jueves, 3 de julio de 2008

Sobre Michael Jackson

Por lo que dije en la anterior entrada, música y eclecticismo, la buena música siempre tiene que ser valorada, sea cual sea su origen, género, época, instrumentación... A veces la música esconde algo más detrás de si: el espectáculo. Y eso era Michael Jackson. Empezó a engancharme con las canciones de muy buen sonido y perfección técnica de Bad y Thriller. Ritmo, pop, soul, sonidos limpios, funky... No estaba mal, me gustaba aquello y me encantaba que en aquella época una gran canción fuera unida a un gran video-clip. Eso se ha perdido, nunca entenderé por qué.

Tuve la ocasión de ver a Michael Jackson en concierto, en Marbella. Por aquella época había visto a Queen (grandísimo espectáculo también, uno de los últimos de Mercury), King Crimson y Roxy Music en Madrid y pocas cosas más. Pero lo de Michael Jackson superaba todas las espectativas, ese tipo lleno de fuerza y con una producción sobre un escenario que pareciera una producción de la mismísima Meca del Cine. Pero en el cine puedes repetir, borrar y volver a grabar, en un escenario no puedes rebobinar. Y el espectáculo era perfecto, de sonido, de músicos impresionantes, esa guitarrista haciendo solos endiablados mientras su ropa y su pelo echaban rayos eléctricos, algo fascinante de luz, color y sonido. Para mi fue "el espectáculo" de mi vida, lo más grande que he visto y veré nunca, aunque luego haya pasado por conciertos como Yes, Jethro Tull, y algunos más. Nada que ver. En ese sentido Michael era el más grande. Luego degeneró y hay episodios en su vida y en sus gustos personales que mejor olvidar y dejar vivo el mito de aquellos años, que solo fueron 5 ó 6.