Montreal, 1976. Yo andaba por los 12 años, y apenas había oído hablar de Rumanía más que en alguna clase de geografía, o quizá con algo que tuviera que ver con vampiros o cosas tenebrosas.
Y de repente en los Juegos Olímpicos aparecía una chiquita rumana que enamoró a todos los niños y menos niños de la época, con su cuerpo menudo y gracioso y aquellos movimientos que parecían imposibles. Era Nadia Comaneci, un nombre que está en la mente de toda una generación. Quizá fue la primera olimpiada que vi, o tal vez fuera la segunda, siempre me encantó ver deporte por televisión. Pero jamás la actuación de un deportista me ha emocionado tanto como lo hizo aquella hermosa criatura de 15 años, que nos sobrecogía con cada uno de sus ejercicios.
Nadia Comaneci, 10 en suelo, 10 en barra de equilibrios, 10 en paralelas asimétricas. Ganó todas las medallas. Miradla en la foto, no se apoya en sus manos, se apoya en la punta de sus dedos, porque su cuerpo no pesaba, era ingrávida, etérea.
Luego repitió en la olimpiada de Moscú 1980, yo por entonces tenía 19 años y había crecido, ya no era una niña frágil, sino una joven bellísima, pero las puntuaciones y los jueces no fueron demasiado justos con ella.
Nadia Comaneci era perfecta y difícilmente volverá a haber otra gimnasta igual.
PD: He repasado la biografía de Nadia Comaneci y en la olimpiada de Montreal "solo" consiguió bronce en suelo. Por tanto tampoco obtuvo un 10 de puntuación. Es igual, el recuerdo nos dejó grabado que todos sus ejercicios fueron perfectos y de oro.
viernes, 4 de julio de 2008
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