viernes, 4 de julio de 2008

Parapsicología

Soy agnóstico-ateo-nocreyente. Cualquier cosa vale. Y si no crees en dios, si crees en que el orden y el caos son fruto de las propias fuerzas de la naturaleza, si piensas que la evolución es capaz de convertir un bichito anodino en un ser inteligente, entonces es muy difícil creer en la superstición, en la ultratumba y en un montón de cosas. Lo reconozco. Quizá no en OVNIs, que es más cuestión de ciencia, tecnología, y probabilidad (la probabilidad de que hayan planetas habitados en un universo no infinito, pero si inmenso, es elevadísima) que de creencias.
Me fastidia reconocerlo, pero creo en lo paranormal. Y creo en lo paranormal porque he tenido experiencias de primera mano: psicofonías.
Cuando tenía 14 o 15 años escuchaba a Antonio José Alés en la cadena SER. Tenía un programa que empezaba con música de Kraftwerk, "Medianoche" creo recordar. Lo escuchaba con entusiasmo y aunque no todas, algunas cosas me sorprendían y me causaban curiosidad, cuando no me hacían pasar una mala noche porque algunas daban miedo, mucho miedo.
Y la que más: las psicofonías o parafonías, aquellas voces de ultratumba que más o menos accidentalmente se grababan en cintas de casette.
Me decidí a probar, un día, era mediodía, antes de comer, me encerré en mi habitación y bajé la persiana para que no entrara luz ni mucho ruido. En cualquier caso, luego comprobé que lo del ruido daba igual...
Puse una cinta de casette virgen, que siempre había alguna en casa porque entonces toda mi música la grababa de esa manera, y dejé que corriera la cinta durante los 45 minutos que tenía la cara A. Mentalmente hice algunas preguntas y más o menos recordaba en qué minuto había hecho esas preguntas, por si luego hubiera alguna respuesta al escucharla.
Cuando terminó la grabación, puse la cinta. Tenía un equipito HI-FI de unos 40 watios por cada canal, con unos altavoces pequeñitos pero de madera, con woofer y tweeter e increíblemente fieles y potentes para su tamaño. Muchos amigos me preguntaban cuando iban a casa a escuchar música que "dónde tenía escondidos los altavoces" (aquellos estaban colgados en la pared con un par de alcayatas, y nadie pensaba que fuera eso lo que estaba sonando!!!). Ahí escuché mis primeros vinilos años después, cuando tuve un plato Garrard de regalo de reyes, y además de ese plato, el Live de Genesis (el primer Live, del 73, de Peter Gabriel), el Eve de Alan Parsons Project y el In Through the Out Door de los Led Zeppelin. Como siempre, la música.
Escuché la cinta, los 45 minutos, con el amplificador puesto a 4 de potencia (tenía hasta 10). Era un Technics negro, igual que la pletina, costaba una pasta aquello, solo ampli pletina y altavoces, para la época era medio sueldo. Pero aún así, no escuché nada en esos 45 minutos, tan solo un poco de ruido de fondo que supuse que era ambiental.
Fui a comer al salón y cuando terminé de comer volví a mi habitación. Yo ya fumaba, a mis padres no les molestaba aquello (en mi casa siempre habían sido fumadores y por entonces nadie se planteaba que aquello fuese "tan" malo) pero preferían que fumara en mi habitación para no verme... Cuestión social más que sanitaria...
Encendí mi cigarrillo y me empeñé en que en aquella cinta tenía que haber algo. Pasé el volumen de 4 a 7 u 8, recordarlo es difícil, pero se oía un soplido de fondo bastante fuerte, estaba casi a tope, desde luego. Y de repente... joder joder joder, aquellas voces, aquellas respuestas a lo que había preguntado, de repente la voz de un vecino recién fallecido, que vivía en el edificio de enfrente y al que podía ver a través de mi ventana cuando vivía, mi tío ya desaparecido unos años antes, un amigo casi de mi edad muerto en accidente de moto en el mismísimo centro de Ceuta, y... lo peor, alguna voz diabólica porque hice preguntas que quizá no debí hacer nunca. El primer par de minutos de la casette si estaba realmente vacío, pero los otros 43 eran espeluznantes. Mucha gente, todos mis amigos escucharon aquellas grabaciones. Algunos al principio se reían y decían que no escuchaban nada, pero a los 10 minutos salían corriendo aterrorizados de mi habitación.
Tardé mucho tiempo en superar aquella experiencia, durante meses sentía la sensación de ir acompañado de presencias extrañas aún cuando iba de fiesta con los amigos. Por las noches me costaba muchísimo conciliar el sueño... Llegué a tener 3 cintas de casette de 90 minutos de duración cada una de ellas, repletas de sonidos, de historias de familiares que yo de ningún modo podría saber. Sin embargo, mi madre reconocía que lo que se escuchaba en aquellas cintas tenía pleno sentido.
No sé, qué sería aquello, pero algo tenía que ser.
Intenté olvidarlo al cabo de los meses, aquello en manos de un adolescente no era nada bueno, sembró mi vida de inquietud y de sensaciones extrañas, perdí peso y me quedé algo demacrado, sentía miedo con más frecuencia de la deseable. Grabé sobre aquellas cintas música, Genesis, Pink Floyd, Yes, Alan Parsons y las cosas que escuchaba por entonces. Conseguí apartarlo de mi mente en unos meses, traté de que no influyera en mi vida cotidiana, pero es algo que jamás podré olvidar.