Este es el poema más bello que he leído nunca. No es de ningún poeta conocido, es de la madre de mi hija, pero tiene algo de magia en las palabras, que es de lo que se trata. Durante años apenas he podido recordar los primeros versos, hoy tengo el placer de leerlo, de nuevo, en su integridad. Si yo hubiera escrito poesía, este es el poema que siempre hubiera querido escribir...
No es la época ni las horas marcadas
Las que dan ritmo a su tiempo.
En un mundo exterior muerto
Ellos dos como único aliento vital,
Su alrededor infinito,
Todos los tiempos intervienen y no hay época que los defina.
Movimientos de mentes rápidas,
Chocan sin saber que están unidas,
Oculto permanece el magnetismo que ronda su entorno,
Inerte en el cerebro,
Deseando fugarse en rayos,
Y por fin vibró el sonido de la fusión de relámpagos.
Estos espíritus infantiles se observan
Y divagan sobre entrañables futuros…
¡qué incansables aguardaban la espera!
Sus cuerpos aún conservan armonía,
Y se acercan en un unir de sensaciones.
Ahora, os quedáis tan sólo en recuerdos
Y felices acontecimientos;
Pedestales de estatuas que aún no han sido modeladas
Y en el deforme espejo de los demás,
Reflejaría vuestro principio puro
Como raíces empedernidas.
Gabriela Gutiérrez Montes
martes, 8 de julio de 2008
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