Te conocí cuando tenías apenas 22 años. Vivías por entonces en tu ciudad, en Asunción. Nos veíamos en ese barco, en nuestro camarote privado y pasé contigo momentos inolvidables, te esperaba con ilusión cada día, porque cada día sabía que iba a ocurrir algo bueno, sorprendente y excitante. Lo que tú y yo llegamos a hablar y sentir fue hermoso, solo nosotros lo sabemos.
Hoy, 6 años después, vuelvo a recuperar el placer de hablar contigo, de saber de ti aunque nunca perdimos del todo el contacto, de volverte a ver aunque sea en unas fotos, de poder compartir unos minutos en el mismo espacio y al mismo tiempo, aunque los abrazos que nos damos tengan que ser transatlánticos.
Estás estos días con tu mami, te veo bien ahí en NY, con tu trabajo y tu vida enfocada. Ojalá tengas la mejor suerte en todo lo que hagas y en todo lo que vivas allí.
Y ojalá también que nuestra amistad (tú sabes que siempre va a ser algo más que amistad) siga durando eternamente. Que haya personas como tú, aunque estén muy lejos, es justo lo que uno necesita en la vida para tener su pequeña cuota de felicidad. Espero no volver a perderte.
miércoles, 16 de julio de 2008
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