jueves, 31 de julio de 2008

Las dos pesadillas del día

Las siglas IPC se han convertido en la doble noticia-pesadilla del día. Por la mañana nos desayunábamos con una subida de precios iteranual del 5,3%, la más alta desde la Expo de Sevilla y la Olimpiada catalana, es decir, desde 1992, año en el que caíamos por un agujero negro de crisis que duró casi un quinquenio.
Más tarde veíamos en los periódicos como un señor al que yo tildo de radical, Lluis Suñé, de Iniciativa Per Cataluña, nos despachaba una serie de lindezas de las que se ha tenido que retractar porque alguien más sensato que él le habrá dicho que se ha pasado tres pueblos.
Y a mediodía escucho en la radio que aquellas personas que hayan firmado una hipoteca en los últimos meses tendrán que pagar unos 1000 euros más al año... ahí es nada. Imagino que si ya los salarios actuales nos dan para comer hasta día 28 de cada mes, esta nueva situación nos rebajará las posibilidades alimenticias al día 26.
Seguiremos siendo optimistas, señor presidente. Lo que no sé es hasta cuándo.

Un político cobarde

Un concejal catalán, Lluís Suñé utiliza su blog de blogspot.com para insultar a todos los españoles (incluyendo incluso a muchos catalanes) deleitándonos con una serie de barbaridades sobre el estado español, al que lo menos que llama es fascista, represor, y todas esas lindezas, y para ensalzar todo lo que tenga que ver con lo que él llama Països Catalans (cosa que me suena como la república independiente de tu casa). Bueno no sé dónde está eso en mi mapa, creo que me he perdido, conozco la autonomía de Cataluña, la de Valencia y la de las Islas Baleares, que por el hecho de ser autonomías disfrutan de tantas libertades de autogobierno como no se conoce en la mayoría de los países democráticos del mundo. Para tener mayor independencia, lo único que queda es la desintegración del país mediante actos sangrientos, porque constitucionalmente es imposible tener más, y espero que no se cambie la constitución algún día para ponerla al servicio de los independentistas, porque ese día me voy de España.

Pues eso es ese tipo, un retrógrado antiespañol de los que tenemos que soportar día tras día en este país, y lo peor es que los tenemos que soportar entre otras cosas porque los pactos que los distintos gobiernos han hecho con los nacionalismos para gobernar en mayoría, unido a los absurdos coqueteos de Zapatero durante el mal llamado "Plan de Paz" (ahora parece que se ha calmado un poco) en favor de las propias autonomías reconociéndoles posibilidades por encima de la constitución, les ha subido el ego.

Bueno, pues la gracia de este señor fue escribir en su blog (he entrado y es horrible, parece la página web de un radical cualquiera, islamista, neonazi, batasuno... con cosas de malísimo gusto como discursos de Franco para demostrar lo perversos que somos los españoles, abundancia de banderas e iconografía, todo un santuario fascista) una entrada llamada "Apadrina a un niño extremeño por 1000 euros al mes". ¿Cuál era la lógica de este señor?. Que con sus impuestos, por el injusto reparto que hace el estado español de la recaudación de las haciendas autonómicas, le está dando de comer a los niños extremeños (paradigma de la España menos desarrollada y que necesita más de la solidaridad de todos). Pobre desgraciado miserable. Quizá sea Extremadura la que debiera rebelarse y preguntarle al estado español por qué están en tal desventaja respecto al resto del país, quién se ha olvidado secularmente de ellos, y por qué.

Hoy día creo que todo el mundo tiene (aunque sea en dosis más o menos pequeñas) la idea de la solidaridad en su mente. Somos solidarios con África, con América Latina, con Asia, con quien haga falta. Pero individuos como estos serían felices si en el resto de España se muriera todo el mundo de hambre o de lo que fuera, con tal de no compartir un euro con nadie que no se llame "catalán".

Lo que más me ha molestado es que el tal Lluis Suñe tenga un blog tan bien blindado. Tanto como para no poder entrar en su perfil, porque no existe, y como para no poder hacer comentarios en su blog, porque tiene la opción deshabilitada. De manera que al dios independentista nadie puede rebatirle una sola coma.

Pues señor, el que quiera tener un blog para escribir sobre lo que le dé la gana y hacerlo público, que se atenga a las consecuencias, de la crítica y, si hace falta, hasta del insulto. Lluís Suñé, aparte de un descerebrado, eres un miserable y un cobarde. Y aquí está mi blog abierto a todo tipo de comentarios (que nunca filtraré, pase lo que pase, me insulte quien me insulte) y si alguna vez por remota casualidad caes en mi blog, espero tus críticas más ácidas, pero te podrás expresar libremente.

PD: Lluís Suñé utiliza su blog para ganar dinero con publicidad, mediante ventanas emergentes de politonos y ese tipo de cosas. Mi firefox los bloqueaba, pero tuve la curiosidad de ver qué nos quería vender. Imagino que hacer publicidad en su web será para recuperarse de los euros que destina a que los desgraciados niños extremeños coman alguna chuchería.

miércoles, 30 de julio de 2008

Ahorro energético


A Nath. que se ha convertido en compañera de viaje.

Nos contaba ayer el ministro de industria (no sé cómo se llama, no me he interesado mucho por aprender los nombres de los miembros del actual gabinete, siento al gobierno tan descolocado y con tal grado de interinidad que no merece la pena) que teníamos que ahorrar energía. Al parecer nos van a regalar a cada españolito un par de bombillas de bajo consumo para que cambiemos las antiguas incandescentes y ahorremos combustible, que la cosa está que arde, nunca mejor dicho. Hasta ahí perfecto, desde luego yo ya puse algunas bombillas de esas hace tiempo, aunque costaban una pasta, pero se supone que se amortizan en no muchos meses y que estás contribuyendo a que el planeta no se caliente demasiado (eso dicen). Además, anuncian otras medidas. Hasta ahí muy bien.
Pero lo que me indigna es que los dirigentes nos tomen por gilipollas. Oiga, usted nombre las medidas que se van a llevar a cabo y haga un planteamiento serio de cómo hacerlo. Pero no se adorne con frases como
-Cada vez que cogemos el metro en lugar del coche, estamos contribuyendo a que aumente el PIB (ja, que está por los suelos, no creo que precisamente esté directamente relacionado con los pobres usuarios de metro que tienen que soportar ser aplastados entre la muchedumbre cada mañana).
-Cada vez que subimos un grado el aire acondicionado, estamos contribuyendo a que disminuya el paro.
Por favor, no nos tomen por bobos, no digan chorradas. Cualquiera de esas cosas contribuirá a que haya un menor gasto energético en España, es evidente, pero que eso disminuya el paro o aumente el producto interior bruto, que me lo explique alguien, porque yo no me lo creo. Además, para predicar lo primero es dar ejemplo. Y no los imagino a ustedes, los políticos, tomando el metro para ir a su trabajo en pleno verano, sino más bien dentro de un sedán o berlina de lujo, blindado, pesadísimo, que consume combustible por un tubo, y con el aire acondicionado a tope.
Por lo demás, espero ansioso que me regalen un par de bombillas de bajo consumo para tenerlas de repuesto.
PD: Espero que si se generaliza el uso de lámparas de bajo consumo, se diversifique un poco la oferta y tengamos acceso a luz cálida, porque hasta ahora casi todas las bombillas de este tipo son tan frías (de color) que te dejan helado. Para hacer el amor seguiré usando la luz de la mesita de noche, eso si, poquitos vatios, pero de incandescencia y color melocotón.

sábado, 26 de julio de 2008

Deporte de riesgo

Andaba ya un poco parado. Será cosa de la edad, aunque si alguna de mis amigas veinteañeras me escuchara decir esto, me mataría. Qué fácil es con veintipocos decirle a uno que está "en la plenitud de la vida" con tus casi 44 años. Más bien estás, probabilísticamente, pasada la mitad de tu vida, lo cuál dista bastante de ser la "plenitud".
Los futbolistas se jubilan con treinta y pocos. Por algo será. Y lo que desde los 15 años empieza a subir sin parar (...) a partir de los treinta empieza a hacer el camino de vuelta. Así que con cuarenta años tienes que contemplar ya la vida desde un escalón más arriba, con optimismo pero sin alardes.
Eres joven, por supuesto, pero ya las niñas que salen de marcha los viernes por la noche y a las que miras las piernas o el escote (no porque seas un salido, sino porque normalmente van vestidas con trajes negros cortísimos y las luces de las farolas se reflejan en sus pieles desnudas, mandandote una especie de señal de aviso de que vienen, como si fuera un faro en la costa al que inevitablemente diriges la mirada, mucho antes de que hayas percibido su entera presencia...) te hacen caso omiso, o te miran como a un perverso. Vaya, hasta hace poco al menos te decían ¿qué miras tío?. Ya ni eso, te ignoran como si formaras parte del mobiliario urbano.
Por eso me he decidido a hacer deporte, y como siempre soy un poco extremo en todo lo que hago, he elegido un deporte de riesgo.
No es snowboard, ni ala delta, ni salto base, ni hacer rizos con una moto después de coger un tobogán de tierra. No es ninguna de esas cosas. Mi deporte de riesgo se llama "blogger". Después de años pensando sin ton ni son, dándole vueltas a las cosas sin llegar a conclusiones definitivas, deprimiéndome a veces viendo el mundo caótico que nos rodea, perdiendo aquellas ilusiones que todos los de mi generación poníamos (cuando éramos pequeños) en ese año 2000 que era como una promesa de vivir en un mundo en el que se habrían acabado la mayoría de los padecimientos humanos porque se habrían inventado miles de cosas para paliar todas las calamidades del mundo, nos sentimos ESTAFADOS, como aquellos que eligen un destino turístico en una agencia de viajes y lo más bonito del viaje es el cartel que había en la propia agencia.
Nos han engañado, todos, los científicos que nos prometían descubrimientos sorprendentes que favorecerían a la humanidad, cuando la mayoría trabajan para industrias con oscuros objetivos, farmacéuticas (solo hay que leer El Jardinero Fiel para confirmar las peores de nuestras sospechas), militares, químicas... todas al servicio del poder de las multinacionales y las temibles "Corporaciones".
Nos han estafado los políticos, que nos prometían un futuro solidario y un mundo integrado donde todos compartiríamos una sociedad justa y del bienestar. Creo que por el camino que vamos, solo compartiremos cada vez más miseria.
Y nos han engañado hasta los idealistas que se proponían salvar al mundo, la mayoría de los cuáles se acabaron enrolando en ONG's que han asimilado demasiado bien las formas de organización y la parafernalia de los partidos políticos, la imagen, la publicidad y hasta el lujo en muchos casos. Todo se compra, todo se vende, todo vale dinero. Hasta nuestro planeta, al que dentro de poco "vamos" (quiero excluirme de esa barbarie!!!!!) a agujerear en lo más frágil de su corteza para conseguir petróleo. La industria petrolera está frotándose los ojos ante la posibilidad de hacer extracciones en la Antártida, el Sagrado Lugar que debería ser como un tabú religioso, que estuviera prohibido tocar y profanar.
Así que me he decidido por este deporte de riesgo, dedicar al menos unos minutos al día a capturar esas imágenes vagas que pasan por mi mente, ponerles nombre e identificarlas, escribirlas... Duele, porque dejan de ser visiones borrosas para convertirse en visiones concretas de lo que me desespera y me desagrada de este mundo. Pero es terapéutico. Identificar los problemas es una buena manera de empezar a resolverlos. Y esto vale para todo, para lo que nos rodea y para uno mismo.

viernes, 25 de julio de 2008

Sexo en... la literatura (II)

Hay que haber leído a Sábato para entender lo que viene más abajo como una de las cimas del erotismo sabatino. Ernesto Sábato es un escritor de una densidad terrible, trágica, angustiosa. Una vez que lo oí en un programa de radio, le preguntaron por el significado de algunos pasajes de su novela "Sobre Héroes y Tumbas" (de la que he tomado el texto), principalmente el largo capítulo que conduce al final de su universo subterráneo y pestilente: "El Informe sobre Ciegos". Y respondió, como buen argentino, que "Aquello significá lo que vos querés. Yo lo escribí, vos elegís. Lo que vos entendés, pues eso es lo que es". O algo así.
Yo lo había leído unos 3 años antes, y el maestro no me defraudaba. Me pareció soberbio e inteligentísimo en esas declaraciones, hacía un guiño a los lectores que interpretaban sus obras tal como él las había escrito-vivido, y daba la oportunidad a que cualquiera pudiera interpretarla bajo un prisma quizá más inocente, menos terrible y más prosaico. Como una ficción y no como un ensayo sobre "el otro lado" del ser humano, de las miserias, las angustias, el fango y las bestias, los miedos ancestrales y ocultos... que es lo que realmente reflejan las obras de Sábato.
El personaje central de la obra, Martín, se enamora de Alejandra, joven tan enigmática, desconcertante y atormentada como el alter-ego femenino de Sábato. No es de extrañar, pues, que el sexo en la novela se reduzca a unas cuantas líneas llenas de lirismo en las que Martín, después de ser rechazado una y mil veces por la princesa-dragón, consigue su objetivo de hacerle el amor, aunque ni siquiera en esto se recrea Sábato en llegar hasta el final... más preocupado quizá por desengañarnos y hacernos sentir la gélida reacción de Alejandra a la mañana siguiente...
Para los que al leer el libro también nos enamorábamos de esa mujer tan sensual como angustiada y misteriosa, "verla" desnuda era todo un premio a la paciencia de las ciento y pico páginas anteriores de desconcertantes y sombríos episodios. Ahí va la escena:

—¿Nunca te podré besar, nunca podré tocar tu cuerpo? —preguntó Martín casi con cómica e infantil amargura.
Vio que ella se ponía las manos sobre la cara y se la apretaba como si le dolieran las sienes. Después encendió un cigarrillo y sin hablar fue hacia la ventana, donde permaneció hasta concluirlo. Finalmente, volvió hacia la cama, se sentó, lo miró larga y seriamente a Martín y empezó a desnudarse.
Martín, casi aterrorizado, como quien asiste a un acto largamente ansiado pero que en el momento de producirse comprende que también es oscuramente temible, vio cómo su cuerpo iba poco a poco emergiendo de la oscuridad; ya de pie, a la luz de la luna, contemplaba su cintura estrecha, que podía ser abarcada por un solo brazo; sus anchas caderas; sus pechos altos y triangulares, abiertos hacia afuera, trémulos por los movimientos de Alejandra; su largo pelo lacio cayendo ahora sobre sus hombros. Su rostro era serio, casi trágico, y parecía alimentado por una seca desesperación, por una tensa y casi eléctrica desesperación.
Cosa singular: los ojos de Martín se habían llenado de lágrimas y su piel se estremecía como con fiebre. La veía como un ánfora antigua, alta, bella y temblorosa ánfora de carne; una carne que sutilmente estaba entremezclada, para Martín, a un ansia de comunión, porque, como decía Bruno, una de las trágicas precariedades del espíritu, pero también una de sus sutilezas más profundas, era su imposibilidad de ser sino mediante la carne.

Sexo en... la literatura (I)

Muchas veces he leído en obras literarias (no precisamente eróticas) el momento del encuentro entre hombre y mujer, descrito de las más diversas maneras, a veces hermoso, a veces rocambolesco, en tono épico, en tono desenfadado... pero siempre sorprendente y excitante. Está claro, hablamos de maestros en reflejar los sentimientos y pasiones humanas...
Recordaba algunos momentos espectaculares en el libro "Si una noche de invierno un viajero..." de Italo Calvino, que leí hace muchos años. Hoy estuve revisando el libro y solo encontré esto que viene abajo, creo que habían algunos episodios mejores en cuanto a intensidad, o quizá en otros libros de Calvino, pero de momento no he podido encontrarlos. En cualquier caso este no se sabe si es más erótico o divertido, pero estoy seguro que te sorprenderá...
Quisiera rebuscar en mis libros y hacer una buena selección de "Momentos culminantes de sexoexplícito en la novela no erótica".

Vaya esto a modo de capítulo I

Makiko, la hija más joven del señor Okeda, vino a servir el té, con sus movimientos mesurados y su gracia aún un poco infantil. Mientras se inclinaba, vi sobre su nuca desnuda bajo el pelo recogido en lo alto una fina pelusilla negra que parecía continuar a lo largo de la espalda. Estaba concentrado mirándola cuando sentí sobre mí la pupila inmóvil del señor Okeda que me escrutaba. Ciertamente había comprendido que estaba ejercitando mi capacidad de aislar sensaciones sobre la nuca de su hija. No aparté la mirada, ya porque la impresión de aquella pelusa tierna sobre la piel clara se hubiera apoderado de mí de modo imperioso, ya porque al señor Okeda le habría resultado fácil llamar mi atención sobre otra cosa con una frase cualquiera, pero no lo hizo. Por lo demás Makiko terminó pronto de servir el té y se levantó. Miré fijamente un lunar que tenía sobre el labio, a la izquierda, y que me devolvió algo de la sensación de antes, aunque más débil. Makiko en ese instante me miró turbada, luego bajó los ojos.
Por la tarde hubo un momento que no olvidaré fácilmente, aunque me dé cuenta de que, al contarlo, parece de poca monta. Paseábamos por la orilla del laguito septentrional, con la señora Miyagi y Makiko. El señor Okeda caminaba solo delante, apoyándose en un largo bastón de madera de arce blanco. En medio del laguito habían brotado dos flores carnosas de un nenúfar de floración otoñal, y la señora Miyagi expresó el deseo de cogerlas, una para ella, otra para su hija. La señora Miyagi tenía la consabida expresión ceñuda y un poco cansada, pero con ese fondo de obstinación severa que me hacía sospechar que en la larga historia de las malas relaciones con su marido de la que tanto se murmuraba su papel no era sólo el de víctima; y en verdad, entre el helado despego del señor Okeda y la terca determinación de ella no sé quién acabaría llevando la mejor parte. En cuanto a Makiko, tenía siempre el aire jovial y distraído que ciertos niños crecidos entre ásperas pugnas familiares oponen al ambiente como una defensa, y que ella había conservado al crecer y ahora oponía al mundo de los ajenos como protegiéndose tras el escudo de una alegría acerba y huidiza.
Arrodillado en una roca de la orilla, me incliné hasta aferrar la rama más próxima del nenúfar flotante y tiré de ella con delicadeza, atento a no romperla, para hacer navegar toda la planta hacía la orilla. La señora Miyagi y su hija se arrodillaron también y alargaron las manos hacia el agua, dispuestas a atrapar las flores cuando éstas hubieran llegado a la distancia justa. La orilla del laguito era baja y en pendiente; para inclinarse sin demasiada imprudencia las dos mujeres se mantenían a mi espalda tendiendo los brazos una por una parte, una por la otra. En cierto momento sentí un contacto en un punto preciso, entre el brazo y la espalda, a la altura de las primeras costillas; más aún, dos contactos distintos, a la izquierda y a la derecha. Por la parte de la señorita Makiko era una punta tensa y como pulsante, mientras que por la parte de la señora Miyagi una presión insinuante, un roce. Comprendí que por una casualidad rara y amable había sido rozado en el mismo instante por el pezón izquierdo de la hija y por el pezón derecho de la madre, y que debía congregar todas mis fuerzas para no perder aquel azaroso contacto y para apreciar las dos sensaciones simultáneas distinguiendo y comparando sus sugestiones.
—Alejad las hojas —dijo el señor Okeda —y el tallo de las flores se doblará hacia vuestras manos—. Estaba en pie sobre el grupo de nosotros tres tendidos hacia los nenúfares. Llevaba en la mano el largo bastón con el cual le habría sido fácil acercar a la orilla la planta acuática; en cambio se limitó a aconsejar a las dos mujeres aquel movimiento que prolongaba la presión de sus cuerpos sobre el mío.
Los dos nenúfares casi habían alcanzado las manos de Miyagi y Makiko. Calculé rápidamente que en el momento del último tirón podría, alzando el codo derecho y volviéndolo a juntar en seguida con el costado, apretar bajo mi axila la pequeña y maciza teta de Makiko toda entera. Pero el triunfo de la captura de los nenúfares descompuso el orden de nuestros movimientos, por lo que mi brazo derecho se cerró sobre el vacío, mientras mi mano izquierda que había soltado la presa de la rama al caer hacia atrás encontró el regazo de la señora Miyagi que parecía dispuesto a acogerla y casi a retenerla, con un dócil estremecimiento que se comunicó a toda mi persona. En este instante se jugó algo que tuvo posteriormente consecuencias incalculables, como diré a continuación.
Al pasar nuevamente bajo el ginkgo, le dije al señor Okeda que en la contemplación de la lluvia de hojas el hecho fundamental no era tanto la percepción de cada una de las hojas como la distancia entre una hoja y otra, el aire vacío que las separaba. Lo que me parecía haber comprendido era esto: la ausencia de sensaciones en una amplia parte del campo perceptivo es la condición necesaria para que la sensibilidad se concentre local y temporalmente, al igual que en la música el silencio de rondo es necesario para que sobre él se destaquen las notas.
El señor Okeda dijo que en las sensaciones táctiles eso era cierto, sin duda: me quedé muy asombrado con su respuesta, porque efectivamente era en el contacto de los cuerpos de su hija y de su mujer en lo que estaba justamente pensando al comunicarle mis observaciones sobre las hojas. El señor Okeda siguió hablando de sensaciones táctiles con toda naturalidad, como dando por sabido que mi conversación no tenía otro tema.
Para llevar la conversación a otro terreno, probé a hacer una comparación con la lectura de una novela, en la cual una marcha de la narración muy tranquila, toda en el mismo tono apagado, sirve para hacer resaltar sensaciones sutiles y concretas sobre las cuales se quiere llamar la atención del lector; pero en el caso de la novela hay que tener en cuenta el hecho de que en la sucesión de las frases pasa una sola sensación cada vez, sea aislada o de conjunto, mientras que la amplitud del campo visual y del campo auditivo permite registrar simultáneamente un conjunto mucho más rico y complejo. La receptividad del lector respecto al conjunto de sensaciones que la novela pretende provocar resulta muy reducida, en primer lugar debido al hecho de que su lectura a menudo apresurada y desatenta no recoge o ignora cierto número de señales y de intenciones efectivamente contenidas en el texto, y en segundo lugar porque siempre hay algo esencial que queda al margen de la frase escrita, más aún, las cosas que la novela no dice son necesariamente más de las que dice, y sólo una especial reverberación de lo que está escrito puede dar la ilusión de estar leyendo también lo no escrito. Ante todas estas reflexiones mías el señor Okeda guardó silencio, como hace siempre cuando me pongo a hablar demasiado y acabo por no saber ya desenredarme de un razonamiento enmarañado.
Durante los días siguientes me ocurrió muy a menudo encontrarme solo en casa con las dos mujeres, porque el señor Okeda había decidido realizar personalmente las investigaciones en la biblioteca que hasta ahora habían sido mi principal tarea, y prefería en cambio que yo me quedase en su despacho para ordenar su monumental fichero. Tenía fundados temores de que el señor Okeda se hubiera olido mis conversaciones con el profesor Kawasaki y hubiese intuido mi intención de apartarme de su escuela para acercarme a círculos académicos que me garantizasen una perspectiva de futuro. Ciertamente, el quedarme demasiado tiempo bajo la tutela intelectual del señor Okeda me perjudicaba: lo notaba por los comentarios sarcásticos de los adjuntos del profesor Kawasaki sobre mí, aun cuando ellos no se mostraran cerrados a toda relación con otras tendencias, como mis compañeros de curso. No cabía duda de que el señor Okeda quería tenerme todo el día en su casa para impedirme que alzase el vuelo y para frenar mi independencia de ideas como había hecho con otros discípulos suyos, que se veían reducidos ahora a vigilarse entre sí y a denunciarse por cada mínima desviación de la sujeción absoluta a la autoridad del maestro. Era menester que me decidiera lo más pronto posible a despedirme del señor Okeda; y si lo retrasaba era sólo porque las mañanas en su casa mientras él no estaba provocaban en mí un estado mental de agradable exaltación, aunque poco beneficiosa para el trabajo.
En efecto, en mi trabajo estaba con frecuencia distraído; buscaba todos los pretextos para ir a las otras habitaciones donde habría podido encontrar a Makiko, sorprenderla en su intimidad durante las diversas situaciones del día. Pero más a menudo hallaba tras mis pasos a la señora Miyagi y me entretenía con ella, dado también que con la madre las ocasiones de conversación —y hasta de bromas maliciosas, aunque teñidas a menudo de amargura —se presentaban más fácilmente que con la hija. Por la noche, a la cena, en torno al sukiyaki hirviente, el señor Okeda escrutaba nuestros rostros como si en ellos estuvieran escritos los secretos del día, la red de deseos distintos y empero enlazados entre sí en la que me sentía envuelto y de la cual no habría querido liberarme sin haberlos satisfecho uno a uno. Así retrasaba de semana en semana mi decisión de despedirme de él y del trabajo poco remunerado y sin perspectivas de carrera, y comprendía que la red que me retenía era él, el señor Okeda, quien iba apretándola malla a malla.
Era un otoño sereno; al acercarse el plenilunio de noviembre me encontré charlando una tarde con Makiko respecto al lugar más adecuado para observar la luna entre las ramas de los árboles. Yo sostenía que en el parterre bajo el ginkgo el reflejo sobre la alfombra de hojas caídas difundiría el claror lunar en una luminosidad suspendida. Había una intención concreta en mis frases: proponer a Makiko una cita bajo el ginkgo aquella noche. La muchacha replicó que era preferible el laguito, ya que la luna otoñal, cuando la estación es fría y seca, se refleja en el agua con contornos más netos que la estival, a menudo nimbada de vapores.
—De acuerdo —me apresuré a decir—, no veo la hora de encontrarme contigo en la orilla al surgir la luna. Tanto más —agregué—, cuanto que el laguito despierta sensaciones delicadas en mis recuerdos.
Quizá al pronunciar esa frase el contacto del seno de Makiko se presentó a mi memoria con excesiva viveza, y mi voz sonó excitada, alarmándola. El caso es que Makiko frunció las cejas y se quedó un minuto en silencio. Para disipar este malestar que no quería que interrumpiese la fantasía amorosa a la que me iba abandonando, se me escapó un movimiento de la boca irreflexivo: abrí y cerré los dientes como para morder. Instintivamente Makiko se echó hacia atrás con una expresión de dolor repentino, como si de verdad la hubiera alcanzado un mordisco en una parte sensible. Se reportó al punto y salió de la estancia. Me dispuse a seguirla. La señora Miyagi estaba en la estancia vecina, sentada en el suelo sobre una estera, atenta a disponer flores y ramas otoñales en un jarrón. Avanzando como un sonámbulo me la encontré acurrucada a mis pies sin darme cuenta y me detuve apenas a tiempo de no chocar con ella y no derribar las ramas golpeándolas con las piernas. El movimiento de Makiko había suscitado en mí una súbita excitación, y acaso este estado mío no se le escapó a la señora Miyagi, dado que mis pasos atolondrados me habían llevado a echarme sobre ella de aquel modo. En cualquier caso, la señora, sin alzar la mirada, agitó contra mí la camelia que estaba disponiendo en el jarrón, como si quisiera pegarme o rechazar la parte de mí que se extendía sobre ella o incluso jugar, provocar, incitar con un azote-caricia. Yo bajé las manos para tratar de salvar del desbarajuste la disposición de las hojas y de las flores; mientras tanto ella estaba maniobrando entre las ramas, tendida hacia adelante; y ocurrió que en el mismo momento una mano mía se introdujo confusamente entre el kimono y la piel desnuda de la señora Miyagi y se encontró apretando un seno mórbido y tibio de forma alargada, mientras que entretanto una mano de la señora entre las ramas de keiakí (llamado en Europa olmo del Cáucaso; n. d. t.) había alcanzado mi miembro y lo sujetaba con presión franca y sólida extrayéndolo de mis prendas como si estuviese procediendo a una operación de escamonda.
Lo que suscitaba mi interés, en el seno de la señora Miyagi, era la corona de papilas en relieve, de grano grueso o menudo, diseminadas por la superficie de una aréola de extensión considerable, más juntas en los bordes pero con avanzadillas que llegaban hasta el ápice. Presumiblemente estas papilas regían cada una de las sensaciones más o menos agudas de la receptividad de la señora Miyagi, fenómeno que pude verificar fácilmente sometiéndolas a ligeras presiones lo más localizadas posible, a intervalos de cerca de un segundo, y comprobando sus reacciones directas en el pezón e indirectas en el comportamiento general de la señora, así como también las reacciones mías, dado que evidentemente se había establecido cierta reciprocidad entre su sensibilidad y la mía. Este delicado reconocimiento táctil estaba guiado por mí no sólo mediante las yemas de los dedos sino también conduciendo del modo más oportuno mi miembro a planear sobre su seno con caricia rasante y envolvente, dado que la posición en la que habíamos venido a hallarnos favorecía el encuentro de estas zonas nuestras diversamente erógenas y dado que ella demostraba apreciar y secundar y autorizadamente guiar estos recorridos. Se da el caso de que también mi piel presenta, a lo largo del miembro y en especial en la parte protuberante de su culmen, puntos y pasajes de sensibilidad especial que van desde el sumamente grato al agradable al causante prurito y al doloroso, así como puntos y pasajes átonos o sordos. El encuentro fortuito o calculado de las distintas terminaciones sensibles e hipersensibles mías y suyas procuraba una gama de reacciones variadamente surtidas, cuyo inventario se presentaba sumamente laborioso para ambos.
Estábamos dedicados a estos ejercicios, cuando rápidamente en el vano de la puerta de corredera apareció la figura de Makiko. Evidentemente la muchacha había permanecido a la espera de mi persecución y ahora venía a ver qué obstáculo me había retenido. Se dio cuenta al punto y desapareció, pero no tan pronto como para no darme tiempo a advertir que algo en sus ropas había cambiado: había sustituido el jersey ajustado por una bata de seda que parecía hecha adrede para no estar cerrada, para desatarse ante la presión interna de cuanto en ella florecía, para resbalar por su lisa piel al primer asalto de aquella avidez de contacto que precisamente su lisa piel no podía dejar de provocar.
—¡Makiko! —grité, porque quería explicarle (aunque verdaderamente no habría sabido por qué parte empezar) que la postura en que me había sorprendido con su madre se debía sólo a un casual concurso de circunstancias que había hecho desviarse por caminos oblicuos mi deseo apuntado inequívocablemente sobre ella, Makiko. Deseo que ahora aquella bata de seda desordenada o a la espera de ser desordenada reagudizaba y gratificaba como en una oferta explícita, tanto que con la aparición de Makiko en los ojos y el contacto de la señora Miyagi sobre la piel a punto estaba de verme arrollado por la voluptuosidad.
La señora Miyagi debía de haberlo advertido, pues agarrándose a mis hombros me arrastró consigo sobre la estera y con rápidas sacudidas de toda su persona restregó su sexo húmedo y prensil contra el mío que sin desbandadas se vio chupado como por una ventosa, mientras sus flacas piernas desnudas me ceñían los flancos. Era de una agilidad disparada, la señora Miyagi: sus pies con los blancos calcetines de algodón se cruzaban sobre mi hueso sacro apretándome como en una prensa.
Mi llamada a Makiko no había sido desoída. Tras el panel de papel de la puerta corredera se dibujó el perfil de la muchacha que se arrodillaba en la estera, avanzaba la cabeza, asomaba por la jamba el rostro contraído en una expresión jadeante, abría los labios, desencajaba los ojos siguiendo las sacudidas de su madre y las mías con atracción y disgusto. Pero no estaba sola: más allá del pasillo, en el vano de otra puerta una figura de hombre estaba inmóvil en pie. No sé cuánto tiempo llevaba allí el señor Okeda. Miraba fijamente, no a su mujer y a mí, sino a su hija que nos miraba. En su fría pupila, en el pliegue firme de sus labios se reflejaba el derretimiento de la señora Miyagi reflejado en la mirada de su hija.
Vio que lo veía. No se movió. Comprendí en ese instante que no me interrumpiría ni me expulsaría de su casa, que jamás aludiría a este episodio ni a otros que pudieran verificarse y repetirse; comprendí también que esta connivencia no me daría el menor poder sobre él ni haría menos pesada mi sumisión. Era un secreto que me ataba a mí a él pero no a él a mí: a nadie habría podido revelarle yo lo que él estaba mirando sin admitir por mi parte una complicidad indecorosa.
¿Qué podría hacer, ahora? Estaba destinado a enredarme cada vez más en una maraña de malos entendidos, porque ahora Makiko me consideraba uno de los numerosos amantes de su madre y Miyagi sabía que no veía sino por los ojos de su hija, y ambas me lo harían pagar cruelmente, mientras los chismes de los círculos académicos, tan rápidos en propalarse, alimentados por la malignidad de mis condiscípulos dispuestos a servir también de este modo los cálculos del maestro, arrojarían una luz calumniosa sobre mis asiduidades a casa de Okeda, desacreditándome a los ojos de los profesores universitarios con quienes más contaba para mudar mi situación.
Aunque angustiado por estas circunstancias, lograba concentrarme y subdividir la sensación genérica de mi sexo apretado por el sexo de la señora Miyagi en las sensaciones parcelarias de los puntos aislados de mí y de ella sucesivamente sometidos a presión por mi movimiento escurridizo y por sus contracciones convulsas. Esta aplicación me ayudaba sobre todo a prolongar el estado necesario para la propia observación, retrasando la precipitación de la crisis final al poner de relieve momentos de insensibilidad o de sensibilidad parcial, los cuales a su vez no hacían sino valorizar sobre medida la aparición repentina de estímulos voluptuosos, distribuidos de manera imprevisible en el espacio y en el tiempo. —¡Makiko! ¡Makiko! —gemía al oído de la señora Miyagi, asociando espasmódicamente estos instantes de hipersensibilidad con la imagen de su hija y con la gama de sensaciones incomparablemente distintas que me imaginaba que ella podía suscitar en mí. Y para mantener el control de mis reacciones pensaba en su descripción, que esa misma noche le haría al señor Okeda: la lluvia de las hojitas del ginkgo se caracteriza por el hecho de que en cada momento cada hoja que está cayendo se encuentra a una altura distinta de las otras, por lo que el espacio vacío e insensible donde se sitúan las sensaciones visuales puede subdividirse en una sucesión de niveles en cada uno de los cuales se encuentra revoloteando una hojita, y sólo una.

jueves, 24 de julio de 2008

Alma gemela

De ninguna manera quisiera hacer parecer mía la titularidad de lo que viene abajo. Ni mucho menos apropiarme del pensamiento, la expresión y la vivencia ajena. Seguramente exteriorizo por escrito lo que interiorizo con mi pensamiento, pero no regularmente de manera poética, más bien a través de la crítica pura y dura de lo que no me gusta y la exposición más o menos emocional y apasionada de lo que me gusta. Pero posiblemente eso también refleje cómo soy, posiblemente. Y sin embargo, un día, por casualidad (como casi siempre vas a parar al blog de alguien, por casualidad), entré en el blog de una chica chilena y leí lo de abajo. Entonces me pareció que me estaba leyendo, si no en la forma si en el fondo, sintiendo cada palabra como mía, como si alguna vez (muchas veces) hubiera deseado expresarlo... y ahora lo veía escrito. La cosa tiene su magia, gracias MissMoonlight.
He cambiado solo los signos de puntuación, daban un ritmo extraño a la lectura. Para sacarle el sentido pleno lo tuve que leer varias veces, pero desde la primera sentí que esas palabras tenían mucho encanto.
Os diré... dónde encontré el texto: "Detrás de las caídas"
Personalmente me parece maravilloso, ahí os lo dejo:

No sé si sea cuerdo, lógico, racional pensar que a pesar de todo era (eras) la solución a muchas interrogantes y problemas. No se si gasté tiempo en intentar comprender situaciones que de por si no tienen punto de partida ni de fin. Quizá era demasiado soñador de mi parte idealizar una situación especial, algo así como una espectativa irrealizable. Lo que pasa por la cabeza de una conflictuada e inocente que quiere creer, siempre.en todo.en todos. en cosas simples, en la belleza de las cosas, de las vivencias, son deseos incontrolables para alcanzar un estado de plenitud creciente. Quizás me complique un poco con cosas aparentemente triviales, tal vez vaya más allá de eso. Quizá se inicia con una carencia interna, una esperanza propia de quien anhela como ha de llegar a encontrar(1) un camino viable al bienestar personal. Quizás esté trabajando demasiado en función a los demás. Y es que la mayoría de las veces aquello que más te duele te condiciona, porque ante todo, sabes que necesitas de algo (alguien) para sentirte mejor. Y me aterra, la dependencia en sí me aterra, más por el hecho de no poder valerme por mí, por ser débil, por no tener la capacidad suficiente de discernir entre aquello que daña y lo que nutre, entre una verdad y una mentira. Entre un hola y un adiós. Y no sé si sea perjudicial querer ver las cosas desde el lado amable, pero a veces aquello te dirige a un conflicto mayor después de todo y antes que nada. No sé, quizás ya no deba preocuparme más, al fin y al cabo es como darse cuenta de que estás haciendo el ridículo. No si quizás deba irme por un momento a la mierda para escapar de acá. Sólo un momento, antes de darme cuenta de que el escape no existe, y dónde vaya, me sigues. quizás yo haga lo mismo.. i will follow you into the dark.

Nota:(1) en el original pone "como ha de lugar encontrar un camino...

martes, 22 de julio de 2008

Me voy a hacer malo

Domingo, 22 de julio de 2007.

Me voy a hacer malo. Si, ya estoy harto de llevar una vida mediocre en la que la honestidad, la sinceridad y los buenos principios no me llevan demasiado lejos. Mañana empezaré a hacerlo, a convertirme en uno "de ellos". Adónde llegaré... no lo sé. Pero escribiré un diario conforme se produzcan los acontecimientos para que todos sepáis como me fue.

Lunes, 23 de julio de 2007
Tendré que empezar por algo sencillo. Un objetivo simple, un cambio de actitud que no me revuelva necesariamente las tripas. No quiero algo demasiado radical para empezar. Iré poco a poco.
Quiero un rolex de oro como el del vecino abogado. El tipo que deja a sus clientes plantados día tras día y al que le dan timbrazos y golpes en la puerta porque nunca está a la hora de sus citas, lo insultan y blasfeman. Qué más da!!!. El problema nunca es para él, sino para los que somos sus vecinos. Luego cuando aparece les pone una sonrisa y les cobra unas minutas que los deja sin respiración, los deja rendidos y sometidos. Así ya ni se quejan, ni blasfeman ni golpean la puerta.
Tomo nota, así parece que tendría que irme mejor: informal, impuntual, desvergonzado, pero sacándole el dinero a los demás. De esa manera si puedes vestir bien y llevar ese reloj. Empezaré entonces por hacer eso.


Jueves, 16 de agosto de 2007
Segundo objetivo, un buen coche. Me voy a hacer tan malo como el constructor que se compró el Mercedes negro que no cabe por el callejón. Este objetivo ya es un poco más difícil, será para mi una prueba importante, porque el individuo me repugna bastante.
Pero ya está bien de tener un coche de segunda mano, de ser legal, de cobrar siempre lo justo, por hacer frente a los pagos y a los compromisos adquiridos. Ya está bien.
Ese tipo ha ganado en dos o tres años más dinero que muchos en el resto de nuestras vidas. Pegó el pelotazo. Ahora sus acreedores y sus trabajadores aporrearán su puerta los días de cobro. Pero le da igual, ya él nunca está.
Si, me voy a hacer como ese tipo, quiero tener ese Mercedes negro que no quepa por la calle. Seré un estafador y un desalmado, viviré por encima de mis posibilidades, podrá haber problemas, tendré que evitar a cierta gente por la calle, pero tendré el puto mercedes.


Miércoles, 26 de septiembre de 2007
Se me ocurrió algo. No lo había pensado antes, pero ¿y esos chavales de veintipocos años que llevan sus coches de 150 caballos tuneados y bajan la avenida atronando con sus potentísimos equipos hi-fi?. Visten bien, llevan las chicas más guapas, se ve que no tienen problemas, siempre están de fiesta y en la más absoluta despreocupación.
Algunos son hijos de papá, se lo podrán permitir, pero la mayoría se dedican al trapicheo con las drogas. Buen negocio ese, algo arriesgado, pero qué más da, luego te buscas al abogado del rolex y te saca de cualquier movida, pero la pasta ya la tienes en tu cuenta.
Desde luego no seré como ellos, trapicheando con pequeñas cantidades. Iré a lo grande. Y respecto a lo de envenenar a la gente, cada cuál hace lo que le da la gana con su vida, el que se quiera drogar lo seguirá haciendo, sea o no yo el que la distribuya. No voy a tener cargo de conciencia por eso, verdad?.


Viernes, 14 de marzo de 2008
Ya que tengo mi buen coche y mi rolex de oro y una buena cuenta corriente, ahora me surge otra necesidad. Ya no me basta el dinero, quiero poder, quiero dominar, quiero sentirme dueño de todo lo que se me antoje, personas y cosas, vidas y haciendas. No queda nada de lo que fui, el individuo íntegro de ética intachable.
Ahora soy un delincuente de alto nivel. Aprendí a montármelo a lo grande, vivir al límite pero sabiendo que así podré mantener un nivel de vida con el que ya ni podría soñar el abogado del rolex, al que ya no contrataré porque estoy metido en
negocios de mucha envergadura. Así que formaré mi propio equipo con los mejores abogados, despachos enteros trabajando a sueldo para mi. Y muchos ingenieros, financieros, claro. Ahora tengo que consolidar el respaldo, protegerme contra hacienda y contra la justicia. Hay mucho en juego.

Sábado, 7 de junio de 2008
Voy a construir mi nueva mansión, pero desde luego no la hará alguien como el constructor del Mercedes negro que no cabía por la calle.
Por cierto, aunque inspiró mi segundo objetivo, no llegué a comprar nunca uno igual, porque me parecía el ridículo coche de un nuevo rico sin categoría. Definitivamente nunca tendría uno como ese en mi garaje, donde ahora hay coches de verdad.
Y pensar que cuando yo era íntegro ese tipo me miraba por encima del hombro escondiendo sus ojos bajo unas gafasdesol-último-modelo!!!!!


Domingo, 6 de julio de 2008:
Nuevos objetivos, avanzar, tener siempre algo mejor. Soy un respetable criminal. Ya hablan de mi en la prensa, desde luego como "hombre de negocios". Un nuevo inversor, un hombre hecho a si mismo, alguien que supo empezar desde la nada. Les suena?. Jajaja.
En mi biografía añadirán un punto de inflexión que justifique lo que he conseguido... El emprendedor que montó su negocio con un préstamo bancario que multiplicó por mil. Claro, fue muy fácil hacerlo, ya tenía el capital y a mis ingenieros cuando eso ocurrió, pero entonces nadie me conocía.
Tengo dinero, tengo poder y las mejores relaciones sociales. Y si un día algo se tuerce, no dudaré en eliminar al que se me ponga por delante. Yo domino mi vida y puedo adueñarme de las vidas ajenas si llega el caso.
Ya lo tengo todo, los coches, las casas, joyas, caprichos, lujos, yates, viajes, pronto mi avión privado. Mujeres a las que ya no busco, sino elijo, al igual que los amigos que me sobran... cómo no había pensado antes hacerme malo?.


Martes, 22 de julio de 2008
Ya no tengo escrúpulos, soy despiadado, pero todos me ven como un gran hombre, nadie sabe realmente hasta donde llega lo que dirijo (ni yo mismo...), nadie conoce mi falta de humanidad, nadie pensaría que puedo robar, asesinar, destruir, sabiendo que alguien lo pagará por mi... nadie sabe que soy un perfecto hijo de puta. Podrán sospecharlo muchos, pero ya me encargo yo de comprar policías, jueces y fiscales, y sobre todo de que los medios hablen de mi como un hombre que hizo fortuna con su buena visión para los negocios.

miércoles, 16 de julio de 2008

Liliana María

Te conocí cuando tenías apenas 22 años. Vivías por entonces en tu ciudad, en Asunción. Nos veíamos en ese barco, en nuestro camarote privado y pasé contigo momentos inolvidables, te esperaba con ilusión cada día, porque cada día sabía que iba a ocurrir algo bueno, sorprendente y excitante. Lo que tú y yo llegamos a hablar y sentir fue hermoso, solo nosotros lo sabemos.
Hoy, 6 años después, vuelvo a recuperar el placer de hablar contigo, de saber de ti aunque nunca perdimos del todo el contacto, de volverte a ver aunque sea en unas fotos, de poder compartir unos minutos en el mismo espacio y al mismo tiempo, aunque los abrazos que nos damos tengan que ser transatlánticos.
Estás estos días con tu mami, te veo bien ahí en NY, con tu trabajo y tu vida enfocada. Ojalá tengas la mejor suerte en todo lo que hagas y en todo lo que vivas allí.
Y ojalá también que nuestra amistad (tú sabes que siempre va a ser algo más que amistad) siga durando eternamente. Que haya personas como tú, aunque estén muy lejos, es justo lo que uno necesita en la vida para tener su pequeña cuota de felicidad. Espero no volver a perderte.

sábado, 12 de julio de 2008

Mi discografía del Rey Carmesí

Esta es mi discografía actual de King Crimson. Exhaustiva, aunque las últimas cosas que han publicado aún no las he podido conseguir (material en vivo de la serie KCCC y mucho álbum recopilatorio, los Collectable, que no creo que me decida a adquirir). A esto hay que sumar los muchos discos de cada uno de los miembros de la banda he ido reuniendo: Tony Levin, John Wetton, Bill Bruford, Ian McDonald, Adrian Belew, Robert Fripp, Keith Tippett, hasta un total de más de 20 músicos. Supera el centenar y medio de volúmenes, aquí van los propiamente crimsonianos, incluyendo los ProjeKCt, que no es más que el resultado de la "fractalización" de los Crimson, en palabras del propio Robert Fripp.

Imagen: portadas de la discografía completa de estudio y algunos recopilatorios imprescindibles

Las claves que aparecen en las discografías: "KCCC" son álbumes de las series King Crimson Collector's Club. "LV" son álbumes en vivo. "A" son discos pre-crimson, es decir, los de Giles, Giles y Fripp. "BT" son álbumes Bootleg, grabaciones raras y no autorizadas en la mayoría de los casos. "CP" son compilaciones, la mayoría de las veces cajas de varios discos, en general discos recopilatorios, material en vivo, etc. "ST" son los álbumes de estudio, y por último "Z" son DVD's y material diverso recopilado por mi. Queda un disco sin clasificar con ninguna clave, es el Crimson Jazz Trio, una formación jazzística del ex-miembro del Rey Carmesí Ian Wallace, con Tim Landers y Jody Nardone. Muy recomendable.

Mi discografía de King Crimson, by Javi

NÚMERO AUTOR TITULO CLAVE
1 Crimson Jazz Trio King Crimson Songbook Vol. 1
2 Giles, Giles & Fripp The Brondesbury Tapes A 68
3 Giles, Giles & Fripp The Cheerful Insanity A 69
4 King Crimson Plumpton Festival BT 69
5 King Crimson Live in Shefield BT 71
6 King Crimson Live in Portsmouth BT 72
7 King Crimson Live in Boston BT 73
8 King Crimson Live in Arlington BT 73
9 King Crimson Live in Rome BT 73
10 King Crimson Sharks Lungs In Lempsic BT 73
11 King Crimson The Death Seeds BT 74
12 King Crimson Elephant Walk BT 81
13 King Crimson Under Perfect Discipline BT 81
14 King Crimson TOAPP Outtakes BT 83
15 King Crimson Young Person's Guide to King Crimson CP 1976
16 King Crimson Frame By Frame, The Essential King Crimson CP 1991
17 King Crimson The Great Deceiver CP 1991
18 King Crimson Sleepless, The Concise CP 1993
19 King Crimson Epitaph, Vol. I a IV CP 1997
20 King Crimson Cirkus CP 1999
21 King Crimson The Deception Of The Thrush CP 1999
22 King Crimson The Projekcts CP 1999
23 King Crimson Heavy Construkction CP 2000
24 King Crimson Projekct Box CP 2000
25 King Crimson Larks' Tongues in Aspic I-IV CP 2000
26 King Crimson Vrooom Vrooom CP 2002
27 King Crimson Ladies Of The Road KCCC00
28 King Crimson A Beguinner's Guide To Collectors KCCC00
29 King Crimson Live at the Marquee 1969 KCCC01
30 King Crimson Live in Jacksonville 1972 KCCC02
31 King Crimson Beat Club Bremen 1972 KCCC03
32 King Crimson Live in Cap D'Adge 1982 KCCC04
33 King Crimson On Broadway Live 1995 KCCC05-06
34 King Crimson Projekct Four Live San Francisco 1998 KCCC07
35 King Crimson The Vrooom Sessions 1994 KCCC08
36 King Crimson Live at Summit Studios 1972 KCCC09
37 King Crimson Live in Central Park 1974 KCCC10
38 King Crimson Live at Moles Club, Bath 1981 KCCC11
39 King Crimson Live in Hyde Park, 1969 KCCC12
40 King Crimson Nashville Rehearsals 1997 KCCC13
41 King Crimson Live at Plymouth Guildhall, 1971 KCCC14
42 King Crimson Live in Mainz, Germany, 1974 KCCC15
43 King Crimson Live in Berkeley 1982 KCCC16
44 King Crimson Projekct Two Live Northampton 1998 KCCC17
45 King Crimson Live in Detroit 1971 KCCC18
46 King Crimson Live in Nashville 2001 KCCC19
47 King Crimson Live Zoom Club Frankfurt KCCC20
48 King Crimson Champaign Urbana Sessions KCCC21
49 King Crimson Projekct One - Jazz Cafe Suite 1997 KCCC22
50 King Crimson Jazz Café Suite KCCC22
51 King Crimson Live in Orlando KCCC23
52 King Crimson Earthbound LV 1972
53 King Crimson USA LV 1975
54 King Crimson B'Boom LV 1995
55 King Crimson The Double Trio (Tokyo) LV 1995
56 King Crimson Marin Vet Auditorium LV 1995A
57 King Crimson The Last Vrooom LV 1995B
58 King Crimson Live Mexico City LV 1996
59 King Crimson Thrakattak LV 1996
60 King Crimson The Night Watch Live 1973 LV 1997
61 King Crimson Absent Lovers Live in Montreal 1984 LV 1998
62 King Crimson 2000 - Munich Live LV 2000
63 King Crimson Nashville LV 2000
64 King Crimson Universal Amphiteathre LAX LV 2001
65 King Crimson Level Five Tour LV 2001
66 King Crimson St. Pete, FL LV 2001
67 King Crimson Improvattakc LV 2002
68 King Crimson North Sea Jazz Festival LV 2003
69 King Crimson Elektrik, Live in Japan LV 2003
70 King Crimson Level Five LV 2003
71 King Crimson Quebec LV 2003
72 King Crimson The Grove LV 2003
73 King Crimson Tokyo LV 2003
74 King Crimson In The Court Of The Crimson King ST1969
75 King Crimson In The Wake Of Poseidon ST1970
76 King Crimson Lizard ST1970
77 King Crimson Island ST1971
78 King Crimson Larks' Tongues in Aspic ST1973
79 King Crimson Red ST1974
80 King Crimson Starless And Bible Black ST1974
81 King Crimson Discipline ST1981
82 King Crimson Beat ST1982
83 King Crimson Three Of A Perfect Pair ST1984
84 King Crimson Thrak ST1995
85 King Crimson Vrooom ST1995
86 King Crimson The Construkction of Light ST2000
87 King Crimson Happy With What You Have To Be Happy With ST2003
88 King Crimson The Power To Believe ST2003
89 King Crimson Schizoid Six Men (Brussels) + Z
90 King Crimson Milwaukee + Z
91 King Crimson TPTB Tour + Z
92 King Crimson Deja Vrooom+ Z
93 King Crimson Sometimes God Hides Z
94 King Crimson Dusseldorf + Z