jueves, 28 de agosto de 2008

Música y arte. Luthiers.

Los luthiers siempre me han maravillado. La construcción manual de instrumentos de cuerda es algo en lo que se mezcla la artesanía, el buen gusto y unos conocimientos técnicos realmente complejos.

Tengo 3 guitarras en casa. En total, durante mi vida he comprado 4.

La primera fue una guitarra Ritmo. Me la regalaron por Reyes cuando tenía 10 años, y entonces empecé a hacer mis primeros pinitos, tocando cosas elementales. Fue curioso: la funda costó más que la guitarra, así que podéis imaginaros del tipo de "joya" que os hablo... Las plantillas que se usaban para fabricar esas guitarras quizá las diseñara un luthier (aprendiz, imagino). Pero su fabricación era completamente industrial. Se la regalé a mi sobrino cuando tuve la segunda. Creo que aún sobrevive...

Luego tuve una guitarra de un constructor de Córdoba: Rodríguez. De tapa de ciprés teñida en barniz anaranjado y aro de palosanto de Brasil, estéticamente muy bonita. Pero nada más. La eligió mi tío, que vivía en Córdoba y era guitarrista y cantaor. Desafortunadamente, mi tío era un hombre rudo y curtido, con unas enormes manos, y esa guitarra le pareció muy suave de tocar. Para mi, fue mi potro de tortura durante 15 años, pero al menos fortalecí los tendones...

Después compré una en Marbella, a un carpintero que hacía sus primeros intentos de convertirse en luthier. No empezó demasiado mal, esa guitarra dista mucho de ser una buena guitarra, pero aún la tengo en casa y suena bien, solo es algo difícil de tocar en los trastes bajos, a partir del 6º para hacer cejilla hay que tener una tenaza en lugar de una mano, pero se consigue.

Y ahora tengo una guitarra preciosa de un constructor de Madrid, Domingo Ortega, tampoco es de los más conocidos (es decir, los que nombro abajo). Para mi es una guitarra "perfecta". Claro, dentro de la perfección, hay grados. Pero es muy suave en todos sus trastes y no opone resistencia a ser tocada, rasgueada, picada y arpegiada. Su sonido, con cuerdas nuevas, es impresionante, largo, duradero y cálido. Y es de un color miel oscuro que nunca me había gustado para la tapa de una guitarra, pero desde que la tengo cambié de opinión. Es como si te enamoras de una chica con el pelo castaño oscuro, aunque a ti siempre te habían gustado las rubias.

Además de tocarlas, he dedicado horas a mirar mis guitarras, a valorar sus perfiles, sus ribetes, sus curvas, su diapasón, su rosetón central... Y a olerlas, cuando sacas una buena guitarra de su estuche, el olor a madera lo impregna todo, por muchos años que pasen desde que la compraste.
En cualquier caso, como cualquier guitarrista flamenco que se precie, mi objetivo siempre han sido guitarras de luthiers que se han hecho internacionalmente conocidos, y no por casualidad. A veces he tenido oportunidad de tocar guitarras fabricadas por ellos y marcan la diferencia. Algunos son:

-Valeriano Bernal (Algodonales, Cádiz). He tenido el placer de tocar algunas guitarras suyas de las de alta gama. Toda una experiencia.
-Reyes (Córdoba). También las he podido tocar. Sin palabras.
-Conde Hermanos (Madrid). Solo las conozco por el nombre, son las que mejor fama tienen en la actualidad en el mercado español.
-Gerundino Fernández (Almería). Fabricante de las "Gerundinas" de Raimundo Amador.
-Esteso (Madrid). Creo que con una Esteso grabó Paco de Lucía Almoraima. Esas guitarras tuvieron muy buena fama, un sonido muy grave y cálido. Los sobrinos de Esteso continuaron con la tradición familiar, fundando Conde Hermanos.
-Pedro Maldonado (Torremolinos). Actualmente no lo sé, pero hace un par de décadas fabricaba guitarras con una relación calidad-precio sin comparación. Tengo un amigo con una de esas guitarras, y salvo que no me gustan ni la pulsación ni el sonido de la tercera cuerda, las demás suenan como las mejores guitarras que he podido probar.

Guitarra Conde Hermanos. Casi quince mil euros de sonido flamenco. Modelo reedición de 1953 (Esteso)

Y al hilo de luthiers, después de haber sentido en mis propias manos y oídos las diferencias de timbre y de calidad entre diferentes instrumentos, imaginar que un constructor haya hecho instrumentos que perduren por siglos y sean nombrados como "los mejores", es algo increíble, porque como en todo, la técnica mejora con el paso del tiempo. En el caso que voy a comentar, parece que no.

Qué magia tuvo Stradivarius en sus manos, nunca se ha explicado muy bien. Incluso hay teorías, pero nunca se llega a ninguna conclusión. ¿Que usaba barnices especiales? Falso, algunos de sus instrumentos están re-barnizados. Otros tan restaurados que de original solo queda la estructura. Sea como sea, la belleza de sus instrumentos salta a la vista, no hay que ser músico (ni violinista) para apreciarla. Sus violines no son solo instrumentos: son obras de arte talladas en maderas preciosas.
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Violín Stradivarius denominado "Spanish II". Museo del Palacio Real (Madrid)