Ya viene con tropezones y todo, solo falta el punto de sal y si le gusta el vinagre o cualquier otro aderezo.
La fiesta de la tomatina, en Buñol, es una de las pocas que me caen simpáticas de las fiestas veraniegas de nuestro país, donde tanto animal resulta dañado como si de ritos iniciáticos tercermundistas se tratara... La diversión de correr delante de una bestia nunca la he logrado entender, ni menos que las instituciones y organismos públicos, que tanto se preocupan hasta de que bebamos agüita en verano para no deshidratarnos, consientan que tanta gente se ponga en peligro, con el consiguiente caos de las urgencias sanitarias y de las fuerzas de seguridad.
En esta fiesta solo se puede achacar el despilfarro alimenticio, espero que sean excedentes de tomate lo que se usan, pero en cualquier caso parece que la gente se divierte, en armonía y con buen rollito. Y el resultado es espectacular.
jueves, 28 de agosto de 2008
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