El sábado estuve a punto de salir de aquí. Dejar mi blog aparcado y desaparecer de este mundo bloggero que me ha dado mucho, pero como todas las cosas de internet tienen su lado artificial y no auténtico, tiene ese lado malo de no poder hablar mirando a los ojos a las personas (a una especial) que conoces por este medio.
Estuve a punto de salir, de borrar el blog, el messenger y todo lo que dejara algún rastro mío en internet, y dedicar más tiempo a lo que siempre se lo había dedicado antes: vivir la vida real, con sus rutinas, pero fuera de aquí, fuera de estas paredes virtuales.
Iba a hacerlo, por eso colgué esa imagen de un pozo en el que sentí caer de repente y un cartel de cerrado con algo que parece sangre proveniente de unas heridas, que no eran físicas precisamente. Es lo último que quise que se viera en este blog... "Cerrado" y que quedara así, como testimonio de quien encontró aquí una válvula de escape y un camino de expresión de todo lo que ahí afuera no puede ser o no se puede decir y aquí si -porque esta es la magia de los megabites- pero no pudo seguir ese camino.
De repente eché una mirada a la parte superior izquierda de esta pantalla, donde fijé mi propósito al escribirlo, mi dedicatoria... Y pensé que nada más por esa razón yo debía seguir aquí.
Entonces busqué algo de Dalí. Llevaba tanto tiempo con esa deuda daliniana!!!. La cuestión era publicar un post, de lo que fuera, y decirme a mi mismo que había vuelto...
Afortunadamente, como dije en el post "Peso y talla", el blog me hace crecer, y ahora tolero y sobrevivo a cosas a las que antes no sabía ni podía enfrentarme.
Gracias también a los que me leéis y a los que pasáis por aquí, a los que dejáis vuestros comentarios, a todos, también a los que no os conozco.
Así que cambio el cartel, por el de "Abierto", de nuevo.
lunes, 25 de agosto de 2008
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