lunes, 9 de febrero de 2009

Las diez canciones de mi vida, parte VI



Cuando pensé crear esta serie, lo hice desde un punto de vista que creo estar cumpliendo con cada una de las entradas: no acaparar un grupo, o un estilo, para elegir esas diez canciones. De hecho, si tuviera que elegir 10 canciones y nada más que diez, probablemente las diez serían de King Crimson, sin otras cosas podría sobrevivir. Sin ellos, decididamente no.

Dentro de esas muchas cosas que me dejaron alucinado, ésta que va a continuación es una de ellas.

Lástima que hoy día, aunque hay muy buena música y, por razones tecnológicas, suena mucho mejor que entonces, no consigo experimentar ese impacto que en los 70-80 me producía cada disco que dejaba caer sobre el plato. Porque aquella música tenía un poder de fascinación que ya no es posible. Creo, sin temor a equivocarme, que en los 70 se hizo "toda la música". Se exploraron caminos, sonidos, maneras... de tocar, de componer, de interpretar, de grabar, de sonar, de cantar. Todas las melodías, las tonalidades, los desarrollos, estaban ahí. Y eso quizá es lo que noto hoy día en la música: es terriblemente difícil, si no imposible, hacer algo bueno y diferente. Pero entonces ocurría, con total naturalidad, y de manera muy frecuente. Es lógico, el rock era todavía un niño, o como mucho, un adolescente. En pleno proceso de descubrimiento.

Uno de esos músicos que me ofreció en aquella época algo "diferente" fue Steve Miller. Sólo compré un disco de su banda, precisamente el que contiene la canción que va más abajo. Pero en ese disco estaban dos de las canciones que pude escuchar más en aquellos años (la otra es Serenade), no sólo por tener el disco en casa, sino porque también gustaba a todos mis amigos, y era habitual en casi todos los radiocasettes de coche que sonara...

STEVE MILLER BAND: FLY LIKE AN EAGLE. LP "FLY LIKE AN EAGLE" (1976)