jueves, 30 de octubre de 2008

Mejor no saberlo



Despertó con una sensación extraña en la boca. Goma: un tubo. Seguro que había puesto un gesto de asco, pero nadie lo miraba para confirmarlo. La enfermera entró. Ya encajaban las piezas: estaba en un hospital. Se sentía aturdido y no recordaba nada, era como si acabase de nacer, no de despertar. Le dijeron que había sufrido un accidente, que probablemente tendría amnesia.

Tardó dos meses en recuperarse, físicamente. Durante ese tiempo su única pregunta a los sanitarios no era si recuperaría su total movilidad. Era si recuperaría la memoria.

—Puede que empiece a recordar cosas pronto. Una vez que eso se produzca, cada vez tendrá más recuerdos —era siempre la respuesta a sus preguntas—.

Pero él no se conformaba. Insistía, quería ser dueño de nuevo de su vida, dueño de sus recuerdos, saber realmente quién era y por qué había ido a parar allí.

Lo que nunca le dijeron es que la amnesia formaba parte de la terapia. Si algún día recuperara la memoria, si por un instante pudiera visualizar lo que en realidad ocurrió antes de su ingreso en el hospital, entonces es cuando las cosas empezarían a ir realmente mal.

1 opinión:

Olga A. de Linares dijo...

Parece que dominás bien eso de crear relatos que inquietan... e intrigan. ¡Qué curiosidad me da saber qué es lo que no debe recordar!