Él había visitado alguna vez mi blog, dejando amables comentarios.
Me pareció un tipo educado, correcto, reflexivo. Un buen tipo. Pero aquel avatar en su perfil no me resultaba agradable.
Un tiempo después, sin haberle yo contestado, dejó un nuevo comentario. Le extrañaba que no hubiera aceptado la invitación de visitar su página y que no contestara a algunas preguntas que me dejó. Le respondí:
-Hola, me gusta tu manera de escribir, compartimos muchas ideas, gustos... Pero -espero que no lo tomes como algo personal- hay algo que me incomoda en tu bitácora: siento cierto rechazo por tu avatar. No entiendo cómo has podido elegir algo así. Es desagradable, es feo, es desafortunado, es...
-Es mi fotografía -respondió al poco tiempo.
Me pareció un tipo educado, correcto, reflexivo. Un buen tipo. Pero aquel avatar en su perfil no me resultaba agradable.
Un tiempo después, sin haberle yo contestado, dejó un nuevo comentario. Le extrañaba que no hubiera aceptado la invitación de visitar su página y que no contestara a algunas preguntas que me dejó. Le respondí:
-Hola, me gusta tu manera de escribir, compartimos muchas ideas, gustos... Pero -espero que no lo tomes como algo personal- hay algo que me incomoda en tu bitácora: siento cierto rechazo por tu avatar. No entiendo cómo has podido elegir algo así. Es desagradable, es feo, es desafortunado, es...
-Es mi fotografía -respondió al poco tiempo.
3 opiniones:
Lindo relato, quizás se plantee una nueva forma de discriminacion, no?
Te mando un abrazo...
Ya visité también tu blog. Por cierto, ningún trauma con tu avatar... Me alegra que te haya gustado el relato, y para mi tiene mucho valor cuando la apreciación viene de alguien como tú, que escribes impresionantes relatos de tono épico, me han gustado mucho.
Un abrazo.
¡Vaya metida de pata, si no fuera pura ficción! Muy bueno, Javi.
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