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Números, números, números. Nos siguen, nos persiguen.
Nos levantamos a las siete de la mañana, tomamos una taza de café, luego la línea 3 del autobús, para llegar a las ocho al trabajo. Con suerte a las diez tendremos un descanso, cuatro amigos compartirán un rato de charla y el segundo o tercer café del día, pero hasta las dos no podremos salir de nuestra pequeña prisión.
Quizá a las tres treinta tengamos que volver al trabajo, es posible que a las seis acabe nuestra jornada y salgamos a tomar un par de cervezas. A las nueve estaremos en casa frente al televisor, gastando unas horas antes de ir a dormir.
Apaguemos la tele por un rato y leamos estos cinco cuentos breves. Será una forma numéricamente más satisfactoria de terminar el día (aunque conozco otra que ahora no viene al caso), con estos maestros de la cábala:
Salvador Mira: 5 sonidos.
Walter Böhmer: Sólo tres.
Oriana Pickmann: Número de la suerte.
Héctor Ranea: 7 maneras 7.
Andrés Martín Terzaghi: Doscientas cincuenta palabras.
Y están publicados, bajo código secreto —que seguro sabréis descifrar—, en Breves no tan Breves.
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